Periostitis tibial

La periostitis tibial es una condición muy frecuente en atletas y en particular en corredores de fondo. Es también conocida como síndrome de estrés medial de la tibia o shin splint. Está incluida dentro de las lesiones por sobreuso, como también lo son las fracturas por estrés y la tendinopatía aquiliana. El síntoma es la inflamación de los tejidos alrededor de la tibia debido a una sobrecarga repetida durante la carrera que sobrepasa los mecanismos reparativos del organismo. Por ello, la periostitis, puede estar dada no sólo por la inflamación del periostio, sino que también de los músculos y tendones adyacentes.

Este cuadro se caracteriza por dolor en la cara anterior de la pierna ya sea en la parte interna o externa. El corredor experimenta una sensación de dolor o quemazón en la zona afectada. Este dolor se atenúa progresivamente después de algunos días de reposo y al no ser tratada, reaparece al volver a la actividad deportiva.

Los factores que pueden provocar una periostitis son: Entrenamiento incorrecto, Correr sobre superficies muy duras o muy irregulares, Zapatillas inadecuadas o gastadas, Pies hiperpronados y Asimetría de extremidades inferiores.

Pero, ¿Por qué puede usted sufrir de periostitis, si no tiene una historia con factores de riesgo como los que acabo de mencionar?. Un factor importante, que no fue considerados intencionalmente en el párrafo anterior, hace referencia al funcionamiento de nuestro organismo, considerando que usted: entrena bien, se alimenta bien, utiliza un calzado adecuado incluso compatible con su tipo de pisada (pronador o supinador), pero aún así sufre de periostitis.

Pues bien, en el Running (por ejemplo), tal como en otros deportes, se realizan movimientos repetitivos, motivo por el cual, es imprescindible que estos sea ejecutado de forma perfecta, pero ¿Puede existir la biomecánica correcta si mi cuerpo tiene subluxaciones? Claro que no. Las subluxaciones de los pies, rodillas, cadera y pelvis, van a entorpecer la correcta biomecánica de la marcha, y por ende favorecer la aparición de una lesión por estrés, ya que al alterar los patrones de movilidad del tobillo y pie, no ocurrirá el descenso oportuno y controlado de la punta del pie luego del apoyo de talón, lo que traerá consigo la sobrecarga de los músculos anteriores de la tibia y dolor.